Cuando uno ve la vida a través de los ojos de un niño, siempre sueña qué quiere ser de mayor. Quizás sea aun esa inocencia que nunca llegamos a perder, por mucho que nos insistan en que ya debemos de teñirnos esas primeras canas, por lo que, a punto de cumplir 45 primaveras, aun sueño qué camino emprender, hacia dónde dirigir mis pasos. Quizás incluso tu, que has tenido la amabilidad de elegir este humilde relato de este humilde blog, (y ya por ello me siento privilegiada), puedas pensar que tan solo se trata de la tan famosa “crisis de los pasados 40”. Pero aun estando miles de veces enfrente de mi ordenador, a golpes de clic del ratón ante el mayor avance de los últimos años, como es Internet, por muy curioso que parezca, no encuentro la respuesta que busco. Quizás todo sea más complicado de lo que parece….
Aprendemos qué debemos hacer y cómo hacerlo, a prepararnos para el futuro, para una vez alcanzado, seguir trazando metas. Pero no calculamos qué sucederá si alguna parte de ese engranaje falla. Todo tiene que ser perfecto, sin alteración. Y, ¿qué pasa cuando nos enfrentamos a una enfermedad, o cuando esa enfermedad resulta crónica?. Debemos seguir adelante con más fuerza, a veces con una pesada carga sobre nosotros, que parece convertirse aun en más pesada ante los ojos de los demás. ¿Por qué darle tanta importancia?, ¿acaso la tiene?, ¿o le doy más importancia de la que tiene que tener?. Yo quiero creer esto último.
Y es que siempre nos imaginamos el futuro como algo idílico, en el que se tiene que cumplir todas nuestras expectativas pero, ¿Y si no es así?. Pues simplemente tenemos que cambiar el rumbo, sin cambiar de objetivo. Pero, ¿Y si no tenemos claro el objetivo?. Admiro a aquellos que, desde una edad temprana, tienen una profesión marcada. Yo aún a veces me pregunto si existe una profesión para mí.
Fue entonces cuando me hablaron de la posibilidad de crear un blog; no ya tan sólo como objetivo profesional, sino como beneficio “terapéutico” para expresar mis emociones y sentimientos. He de decir que llevo poco tiempo en esta “nueva profesión” del siglo XXI, pero en lo poco que llevo, sólo puedo hablar de cosas positivas. Estoy conociendo gente, leyendo textos con variables opiniones y puntos de vista, y sobre todo, me he sentido muy bien recibida.
Aún no sé que quiero ser de mayor, pero ahora estoy ilusionada con cada palabra expresada.
“Cuando fui a la escuela, me preguntaron qué quería ser de mayor. Yo respondí: “feliz”. Me dijeron que yo no entendía la pregunta, y yo les respondí que ellos no entendían la vida”.
– Chavela Vargas
Imagen de www.pexels.com
Imaginar el futuro como algo idílico… nos mantiene en el camino y en la ilusión de la vida, a pesar de tropiezos, de mochilas, más o menos pesadas, de no tener respuestas para todas las preguntas…
Imaginar el futuro como algo idílico… es llegar a mayor y continuar queriendo ser, porque si queda camino sigue habiendo futuro, y hay que esperar lo mejor.
Me ha gustado mucho lo que has escrito.
Un abrazo
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Muchas gracias por comentar. Abrazos.
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Pues sí, la profesión es lo de menos, cuando se está, al menos, en paz con uno mismo.
Saludos ✋
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Cuando somos niños imaginamos un futuro prometedor, sin pensar demasiado en posibles obstáculos con los que nos podemos encontrar. Mejor así, disfrutar de esos sueños sin preocuparse que para eso ya sobra tiempo (bueno, a veces falta) cuando uno se hace mayor.
Muy bonita entrada, gracias 🙂
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Cierto Ana María. Mejor vivir cada etapa de la vida con la mayor intensidad posible. Ya tendremos tiempo de adultos de preocuparnos por los problemas. Saludos.
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Preciosa entrada, Cristina!
Un abrazo
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Muchas gracias. Abrazo.
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Yo nunca he sabido qué quería ser y sigo sin saberlo. Me ha gustado tu reflexión.
Un saludo, Cristina.
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Muchas gracias Evavill
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